Aprendizaje + Servicio: Formación académica al servicio de la comunidad
Durante 2021, 33.645 estudiantes participaron en proyectos A+S. Los cuales beneficiaron a 668 socios comunitarios.
Ese lunes por la mañana, los niños del jardín Arte Lindo se convirtieron en detectives. Su tarea era resolver el misterio de las cajas forradas con telas de colores, que los llamaban a conocer su contenido.
“¿Qué es eso?”, preguntaban mientras iban llegando. Las educadoras, que días antes habían recibido de manos de estudiantes de AIEP los paquetes, guardaban el secreto: querían que todo fuera una sorpresa.
En el interior estaba el resultado de meses de trabajo. Todo era parte de un proyecto que, con dedicación y cariño, desarrollaron las estudiantes de Asistente de Párvulos de AIEP San Joaquín en un módulo A+S (Aprendizaje más Servicio).
VINCULARSE CON LAS COMUNIDADES
Además de ser un programa que responde al Modelo de Vinculación con el Medio de AIEP, son parte de la formación basada en competencias, que es uno de los cinco pilares en los que se sostiene el modelo educativo de nuestra institución. Están pensados para potenciar las habilidades y conocimientos de los estudiantes a través de servicios comunitarios.
“En estos módulos el estudiante tiene un papel central y activo en la resolución de las problemáticas presentes en el entorno en que se desenvuelve, las cuales son abordadas desde su especialidad”, explicó la directora de Desarrollo Curricular y Evaluación, Alejandra Gaete.
Pero el alcance de A+S, que abarca a estudiantes y a comunidades, convierte al programa en algo más que una metodología de enseñanza y aprendizaje. “A+S es una experiencia virtuosa de doble beneficio en donde estudiantes y socios comunitarios se enriquecen a través la relación entre ellos”, dijo el director nacional de Vinculación con el Medio de AIEP, Nicolás Gagliardi.
Fue bajo este precepto que el docente de los módulos de Asistente de Párvulo PEV 3001, 3002, 3003 y 3004 de AIEP San Joaquín, Nelson Fuentes, vio la oportunidad de aplicar los conocimientos de sus estudiantes en dos casos específicos: el colegio Golda Meir de Lo Prado y el jardín Artelindo en Santiago Centro, los cuales no contaban con la cantidad suficiente de instrumentos musicales para los estudiantes.
MANOS A LA OBRA
Luego de realizar un diagnóstico FODA -que permite identificar fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas-, el docente vio una oportunidad de no solo generar un impacto social, sino que también uno medioambiental.
“En la sede teníamos una oportunidad, un centro de reciclaje”, explica Nelson. A partir de esta oportunidad surgió la idea de confeccionar instrumentos musicales con materiales reciclados, utilizando la imaginación y el conocimiento adquirido por las estudiantes durante su carrera.
“Si las estudiantes iban a construir algo con plástico, por ejemplo, aprovechar lo que tenían ahí en la misma sede”, señala.
Así fue como, motivadas por la actividad, las estudiantes se dividieron en grupos. La tarea que se propusieron fue buscar materiales en sus casas. La idea era que estos pudieran ser reciclados y reutilizados, aportando no sólo con productos que sirvieran en la construcción de los instrumentos, sino que también en su decoración.
“Unas tenían varillas de globo, otras mostacillas, otras tenían hilo y, así, cada una iba poniendo un poquito de arena, siempre pensando en que el material durara harto”, explica la delegada de la sección 3400 y participante del módulo A+S, Paulina Villa.
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
La metodología que siguen los módulos A+S es rigurosa. Primero se realiza un diagnóstico para reconocer la necesidad del socio comunitario. Después se determina la ruta a seguir con base en herramientas como el análisis FODA.
Una vez terminado este ejercicio es posible realizar una planificación con fechas y objetivos para poder dar curso a las acciones concretas que resuelvan la problemática que presenta el socio comunitario. Es en esta etapa donde los estudiantes tienen la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos durante la carrera.
“Nosotras nos guiamos por las bases curriculares”, señala Paulina Villa sobre el caso en el que trabajó. “Las bases tienen objetivos: por ejemplo, en uno de ellos dice que el niño tiene que hacer sonar de manera fácil el instrumento”, agrega.
Por su parte la delegada de la sección 3402, Claudia Cano, señala que “de 0 a 3 años, el niño necesita el sonido, el tacto”. Fue a partir de estas indicaciones que se inspiraron definir el enfoque del proyecto, cuyo objetivo fue “potenciar las habilidades motoras a través de estos instrumentos”, según explica.
En cada etapa del módulo las estudiantes aseguran que la compañía y apoyo del docente se sintió constantemente. “El profesor siempre estaba pendiente ante cualquier duda”, agrega Claudia, “siempre mostrándonos videos para que tuviéramos una idea clara”.
“El profesor estuvo 100% enfocado”, complementa Paulina, “buscando que todo resultara, más que por la nota, por el sentido de la actividad”.
SELLO INSTITUCIONAL
Hasta 2019 el módulo A+S estaba presente en la mitad de la oferta académica de AIEP. Actualmente forma parte de la totalidad de las carreras y en todos los formatos de estudio.
La implementación es definida por cada escuela. Estas establecen el contexto de aplicación, las bases del proyecto y las guía según el tipo de organización, pública o privada, con la cual se establece el vínculo de beneficio mutuo.
Sobre este punto, el director nacional de Innovación, Felipe Chaparro, destacó que “el proyecto A+S que realiza la Escuela de Desarrollo Social es muy distinto al que hace la Escuela de Negocio, por ejemplo”.
De esta manera la ejecución de los módulos está directamente relacionada con la especialidad de cada carrera. En esta ocasión fue el turno de estudiantes que entregan un beneficio a establecimientos educacionales. En otras la Escuela de Negocios entrega asesorías a emprendedores, o los alumnos de gastronomía preparan almuerzos en comedores solidarios.
Pero hay algo que unifica a nuestras ocho Escuelas, una intención que trasciende a las especialidades. “La orientación de nuestros estudiantes es de servicio”, comenta la directora Académica de AIEP San Joaquín, Marcela Zapata, “al motivar y encausarle los deseos de servicio a la comunidad, ellos desarrollan este programa de manera muy positiva, con mucha energía”.
Durante 2021 fueron 33.645 estudiantes los que participaron en proyectos A+S, los cuales beneficiaron a 668 socios comunitarios.
MISTERIO RESUELTO
Cuando llegó el momento de revelar el misterio de las cajas, la respuesta de los niños y niñas fue inmediata. “Estaban súper emocionados”, cuenta Darline, “por sus colores y formas, que eran muy llamativas”.
Se trataba de “palos de agua, sonajeros, tambores chinos, maracas, castañuelas (…) en su gran mayoría elementos de percusión, instrumentos funcionales”, cuenta Nelson Fuentes.
Todos estos instrumentos musicales fueron realizados a partir de materiales reciclados. “Nosotros hicimos palos de agua con tubos de PVC y lana, otras compañeras hicieron sonajeras con cucharas plásticas o tambores con tarros de leche”, comenta Claudia Cano.
En estos instrumentos quedó plasmado el cariño que pusieron los estudiantes en el proyecto que benefició a los niños y niñas del colegio Golda Meir y el jardín Artelindo.
Y es que, así como A+S permite vincularnos con el medio, también “es una instancia que ni los mejores simuladores del mundo van a poder proporcionar”, sostiene la directora de Desarrollo Curricular y Evaluación, Alejandra Gaete.
En el presente, una vez que el módulo A+S es finalizado se hace una evaluación del trabajo a través de los socios, del docente y de los mismos estudiantes por medio de una encuesta de percepción y ejercicios de retroalimentación.
En esta ocasión, la sonrisa de los niñas y niñas fue la mejor evidencia de una tarea que cumplió con el objetivo de beneficiar a una comunidad.